El primer trabajo que se publicó en Liberty fue este:
Iniciemos el recorrido por la novela de Georges Simenon, Liberty
bar:
Esta es para mi la mejor novela del comisario Maigret. Incluso el
propio Simenon nos habla de la mucha relevancia que tenía para él: obra
representativa de mis primeras posibilidades al margen de la novela policíaca
(citado por J. C. Sasals en Simenon en su obra y en la vida, editorial
Albor. Barcelona, 1957). No creo que con estas palabras el autor trate de
menospreciar el género de la novela policíaca. Supongo que se refiere, a
aquellas novelitas que escribía antes de 1929 para ganarse la vida. Pequeñas
narraciones en las que planteaba un problema para que los lectores intentaran
dar con la solución, creo recordar que fueron tres series de esas novelas las
que escribió. Aquí se refiere a las "novelas fuertes",
como él las llamaba. En ese sentido Liberty Bar, escrita en 1932, es
paradigmática.
En la narración, la intriga es lo de menos. Dos obsesiones
discurren a lo largo de toda la historia: El tiempo, representado por el
reloj-despertador situado en la trastienda del Liberty, encima de la chimenea
de la cocina de Jaja. Con una sencilla onomatopeya, tic-tac, tic-tac…, se
asiste a la angustia de un tiempo sin tiempo, de un pasar como mero discurrir,
un dejarse llevar. Unas veces, como cuando Maigret se encierra en esa cocina
con Sylvie, el tiempo presiona en el ambiente; otras veces el tiempo se siente
discurrir de forma tranquila casi crapulosa, como una embriaguez envolvente.
La otra obsesión
es la orden que recibe Maigret de "que no haya historias" y
que da lugar a que investigue en Canes. Browm fue un antiguo colaborador de los
servicios secretos franceses y no interesa que el tema se airee. Por eso envían
al comisario tan lejos de sus atribuciones, para "que no haya historias".
La frase se repite una y otra vez y, junto con la anterior, produce una
sensación de asfixia permanente: tic-tac, que no haya historias, tic-tac, que
no haya historias…
La narración es a
la vez sencilla y complicada. Se trata de "una historia de amor: una
vieja que mata a su viejo amante porque él la engaña con una joven".
Asi de sencillo. Pero ¿quién es el viejo? William Browm, australiano, dueño del
mayor negocio de lanas del mundo que, llega a Francia a controlar un
pleito, acaba siendo controlado por la vida y se queda.
Resulta que en
Australia, la familia, protestante y trabajadora, desconoce lo que significa
vivir con mucho dinero en la costa azul, "esa avenida de sesenta
y tantos kilómetros", de vida, lujo, amor, champán... y cuando
se entera, en su remanso de trabajo e hipocresía, de esos gastos de locura y de
la vida de crápula que, según ellos, lleva William, deciden incapacitarle
legalmente.
Gracias a una
pensión que le pasa su hijo Harry, un sinvergüenza hipócrita que lleva una
doble vida amparado tras las más estrictas normas de la sociedad, William vive
ahora en un chalet con dos mujeres: su querida y la madre de esta, dos harpías
tremendas. Varios días al mes en el Liberty, "la casa en la que nunca
se habla del pasado" (ese debería de ser el subtítulo del libro), se
rodean de comidas y bebidas.
William, que no es
tonto, mantiene un pleito con su familia. Ha recurrido la incapacitación y
pretende "fastidiar a su familia" aun después de muerto, como
su familia le ha fastidiado a él. Registra su testamento ante un notario, con
el fin de que el pleito continúe después su muerte. Este documento será el
causante de una intriga entre el hipócrita de Harry, su hijo, y Joseph, el
chulo de Sylvie.
Simenon ha creado,
en mi opinión, la novela perfecta de la serie Maigret. Con pocas
palabras, consigue que percibamos sus descripciones como algo vívido:
“El sol empezaba ya a calentar y, aunque en
las calles de la ciudad todos los postigos estaban cerrados y las aceras
desiertas, la vida del mercado comenzaba a bullir"
“Un ambiente suave, sereno. Gente que andaba
sin prisas. Coches que se deslizaban sin ruido, como sin motor. Y muchos yates
de color claro en las aguas del puerto”
El bar: “Un lugar sin vicio, sin maldad.
Un bar en el que se entraba de inmediato en la cocina, donde a uno lo acogía la
familiaridad de Jaja”
“En plena noche, el mar era como un charco de
tinta del que no se elevaba ni un estremecimiento”
Eso por si solo,
podría ser el atractivo más importante, pero también hay otras razones. Los
personajes: Browm, ¡como aprecia Maigret al viejo!, "condenado
Browm!", se dice una y mil veces para sus adentros. Como le satisface
que el viejo y "condenado" Browm se enfrente a su hijo. Harry
representa el orden, la hipocresía, mientras que el viejo William representa el
desorden, la vida: "Orden, desorden, orden, desorden". Sylvie,
la buena, pobre y delgada Sylvie, que muestra sus intimidades sin importarle un
bledo, como lo más natural del mundo. Será desgraciada toda su vida. Joseph, el
chulo listillo y vividor que pierde todo su dinero en las carreras. Y sobre
todo, Jaja, gorda, casi no puede andar, hipertensa, los pies hinchados,
entrañable, amante de todos, a todos acoge familiarmente, a todos quiere.
Jaja crea un
ambiente decadente para los que ya la vida es un restar, para los que no tienen
otra finalidad que dejar que sus vidas se les escapen, sin preocupaciones, sin
odios, entre los vahos del alcohol. Fue puta en París, tuvo un marido enrollado
y en Canes montaron el bar en un lugar recóndito y triste. Un bar que
iba a ser triste pero que por un tiempo fue muy alegre.
Jaja y William,
¡qué pareja! Sólo viven juntos unos días al mes, pero ¡como los viven! Sin
prisas, copa va, copa viene. Apenas hay nada que decir. Sylvie está con ellos,
luego marcha a trabajar y luego vuelve. Allí están los dos, empapados en
alcohol dentro de una espiral sin fin. Los tres, junto con Joseph y Yan, el
marinero del Ardena, un yate de lujo.
Como siempre en
las historias de Maigret, hay un narrador omnisciente. En este caso una pequeña
intriga, -que creo, como aludía más arriba, que no tiene demasiada relevancia –
es la que sirve de ‘disculpa’ para enredarse en la historia. ¡Y qué enredo!
En resumen, una
muy buena historia, con unos personajes contundentemente descritos en muy pocas
palabras, unos ambientes sabiamente expuestos, unos paisajes descritos a través
de la evocación interior del narrador y unos enfrentamientos entre personajes
que no son ni más ni menos que un magnífico reflejo de la lucha por la vida.(c)
Georges
SIMENON: Liberty Bar (1932)TUSQUETS. ( 1995, 10ª edición) Traducción: Carlos Pujol. ISBN: 84-7223-905-5.
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