De nuevo un homenaje a "Liberty bar", de Simenon.

Hace ya algunos años, en concreto el 9 de mayo de 2007, nacía Liberty. El nombre era un homenaje a la mejor novela de Simenon sobre Maigret, Liberty bar. Luego, ya casi al final, cambió el nombre por el de JAJA, un personaje entrañable de dicha novela. Y, más tarde, Liberty/JAJA desapareció, era abril del 2009: "Hasta... ¿pronto, nunca, siempre?" se despedía entonces con cierto amargor en el alma: "muchos lectores que tienen otros blogs", muchos escritores que enviaban sus libros, algunas editoriales que también lo hacían (había días en que Liberty recibía más de 100 visitas)... dejaron de existir, ya no enviaban, ya no escribían, ya no existían...

Hoy (noviembre 2012) vuelve, con otra dirección (en-liberty.blogspot.com) pero con el fin de recuperar alguno de los textos que allí se publicaron. Y algunas cosas más. Pero haciendo tabla rasa de aquellos años.

Enrique Bienzobas

El contenido de este blog se ha transferido a la siguiente dirección:

Liberty B:

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viernes, 23 de noviembre de 2012

LIBERTY BAR



El primer trabajo que se publicó en Liberty fue este:


Iniciemos el recorrido por la novela de Georges Simenon, Liberty bar:

Esta es para mi la mejor novela del comisario Maigret. Incluso el propio Simenon nos habla de la mucha relevancia que tenía para él: obra representativa de mis primeras posibilidades al margen de la novela policíaca (citado por J. C. Sasals en Simenon en su obra y en la vida, editorial Albor. Barcelona, 1957). No creo que con estas palabras el autor trate de menospreciar el género de la novela policíaca. Supongo que se refiere, a aquellas novelitas que escribía antes de 1929 para ganarse la vida. Pequeñas narraciones en las que planteaba un problema para que los lectores intentaran dar con la solución, creo recordar que fueron tres series de esas novelas las que escribió. Aquí se refiere a las "novelas fuertes", como él las llamaba. En ese sentido Liberty Bar, escrita en 1932, es paradigmática.
En la narración, la intriga es lo de menos. Dos obsesiones discurren a lo largo de toda la historia: El tiempo, representado por el reloj-despertador situado en la trastienda del Liberty, encima de la chimenea de la cocina de Jaja. Con una sencilla onomatopeya, tic-tac, tic-tac…, se asiste a la angustia de un tiempo sin tiempo, de un pasar como mero discurrir, un dejarse llevar. Unas veces, como cuando Maigret se encierra en esa cocina con Sylvie, el tiempo presiona en el ambiente; otras veces el tiempo se siente discurrir de forma tranquila casi crapulosa, como una embriaguez envolvente.
La otra obsesión es la orden que recibe Maigret de "que no haya historias" y que da lugar a que investigue en Canes. Browm fue un antiguo colaborador de los servicios secretos franceses y no interesa que el tema se airee. Por eso envían al comisario tan lejos de sus atribuciones, para "que no haya historias". La frase se repite una y otra vez y, junto con la anterior, produce una sensación de asfixia permanente: tic-tac, que no haya historias, tic-tac, que no haya historias…
La narración es a la vez sencilla y complicada. Se trata de "una historia de amor: una vieja que mata a su viejo amante porque él la engaña con una joven". Asi de sencillo. Pero ¿quién es el viejo? William Browm, australiano, dueño del mayor negocio de lanas del mundo que, llega a Francia a controlar un pleito, acaba siendo controlado por la vida y se queda.
Resulta que en Australia, la familia, protestante y trabajadora, desconoce lo que significa vivir con mucho dinero en la costa azul, "esa avenida de sesenta y tantos kilómetros", de vida, lujo, amor, champán... y cuando se entera, en su remanso de trabajo e hipocresía, de esos gastos de locura y de la vida de crápula que, según ellos, lleva William, deciden incapacitarle legalmente.
Gracias a una pensión que le pasa su hijo Harry, un sinvergüenza hipócrita que lleva una doble vida amparado tras las más estrictas normas de la sociedad, William vive ahora en un chalet con dos mujeres: su querida y la madre de esta, dos harpías tremendas. Varios días al mes en el Liberty, "la casa en la que nunca se habla del pasado" (ese debería de ser el subtítulo del libro), se rodean de comidas y bebidas.
William, que no es tonto, mantiene un pleito con su familia. Ha recurrido la incapacitación y pretende "fastidiar a su familia" aun después de muerto, como su familia le ha fastidiado a él. Registra su testamento ante un notario, con el fin de que el pleito continúe después su muerte. Este documento será el causante de una intriga entre el hipócrita de Harry, su hijo, y Joseph, el chulo de Sylvie.
Simenon ha creado, en mi opinión, la novela perfecta de la serie Maigret. Con pocas palabras, consigue que percibamos sus descripciones como algo vívido:
“El sol empezaba ya a calentar y, aunque en las calles de la ciudad todos los postigos estaban cerrados y las aceras desiertas, la vida del mercado comenzaba a bullir"
“Un ambiente suave, sereno. Gente que andaba sin prisas. Coches que se deslizaban sin ruido, como sin motor. Y muchos yates de color claro en las aguas del puerto”
El bar: “Un lugar sin vicio, sin maldad. Un bar en el que se entraba de inmediato en la cocina, donde a uno lo acogía la familiaridad de Jaja”
“En plena noche, el mar era como un charco de tinta del que no se elevaba ni un estremecimiento”
Eso por si solo, podría ser el atractivo más importante, pero también hay otras razones. Los personajes: Browm, ¡como aprecia Maigret al viejo!, "condenado Browm!", se dice una y mil veces para sus adentros. Como le satisface que el viejo y "condenado" Browm se enfrente a su hijo. Harry representa el orden, la hipocresía, mientras que el viejo William representa el desorden, la vida: "Orden, desorden, orden, desorden". Sylvie, la buena, pobre y delgada Sylvie, que muestra sus intimidades sin importarle un bledo, como lo más natural del mundo. Será desgraciada toda su vida. Joseph, el chulo listillo y vividor que pierde todo su dinero en las carreras. Y sobre todo, Jaja, gorda, casi no puede andar, hipertensa, los pies hinchados, entrañable, amante de todos, a todos acoge familiarmente, a todos quiere.
Jaja crea un ambiente decadente para los que ya la vida es un restar, para los que no tienen otra finalidad que dejar que sus vidas se les escapen, sin preocupaciones, sin odios, entre los vahos del alcohol. Fue puta en París, tuvo un marido enrollado y en Canes montaron el bar en un lugar recóndito y triste. Un bar que iba a ser triste pero que por un tiempo fue muy alegre.
Jaja y William, ¡qué pareja! Sólo viven juntos unos días al mes, pero ¡como los viven! Sin prisas, copa va, copa viene. Apenas hay nada que decir. Sylvie está con ellos, luego marcha a trabajar y luego vuelve. Allí están los dos, empapados en alcohol dentro de una espiral sin fin. Los tres, junto con Joseph y Yan, el marinero del Ardena, un yate de lujo.
Como siempre en las historias de Maigret, hay un narrador omnisciente. En este caso una pequeña intriga, -que creo, como aludía más arriba, que no tiene demasiada relevancia – es la que sirve de ‘disculpa’ para enredarse en la historia. ¡Y qué enredo!
En resumen, una muy buena historia, con unos personajes contundentemente descritos en muy pocas palabras, unos ambientes sabiamente expuestos, unos paisajes descritos a través de la evocación interior del narrador y unos enfrentamientos entre personajes que no son ni más ni menos que un magnífico reflejo de la lucha por la vida.(c)

Georges SIMENON: Liberty Bar (1932)TUSQUETS. ( 1995, 10ª edición) Traducción: Carlos Pujol. ISBN: 84-7223-905-5. 

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