El anuncio de su muerte le
sorprende en Londres
Estando
en Londres, el periódico La Democracia Pacífica, de París, da la noticia
de su muerte, afirmando que ya, desde un año antes había mostrado una gran
merma física debido a los excesos con la bebida. Es la mujer de Vidocq,
Fleurida Vidocq, quien envía la respuesta al periódico: “Quienes le conocen
saben que mi esposo ha conservado la plenitud de sus facultades intelectuales;
que no bebe con exceso licores alcohólicos, etc”. A la vuelta de Londres Vidocq
demandó a Victor Consedérant, autor del artículo, que fue condenado.
A
pesar de que en 1847 su mujer se suicida, todavía tiene fuerzas para participar
en la Revolución de 1848. Incluso parece ser que su papel el 21 de mayo, fue
decisivo para salvar la vida de Lamartine. Pero la Revolución trajo un cambio
en su negocio. Muchos clientes de la Agencia eran ricos que, ahora perseguidos,
dejaron de pagar el dinero a Vidocq. Además, Napoleón III, que él había
contribuido a aupar en el poder, no le concede la pensión que solicitó. No está
arruinado, tampoco carece de ánimos y, aunque ya viejo, sigue teniendo amantes.
Como él dice, aunque con muchos años, no soy un anciano gotoso ni repulsivo,
no chocheo, no tengo enfermedad alguna. Me gustan los cuidados y los mimos. Soy
activo y un poco exigente en lo que se refiere a la limpieza, al orden y buen
aspecto de la casa, etc. Aparte de todo esto, soy bastante buen chico.
Eugène
François Vidocq murió rodeado de amigos, no estuvo nunca solo, como en alguna
ocasión se ha dicho. Su amigo, el abogado Carlos Ledru, nos lo describe así,
poco antes de morir: las personas que le escuchaban “permanecían en silencio
cuando él contaba sus hazañas. Relataba sus proezas como un general habría
contado sus combates, porque en todas las situaciones había conservado la
propia estimación; y ese sentimiento, que era su égida, su garantía y su
talismán, muchas veces le hacía exhalar suspiros como éste, que siempre
encontraba eco en tal auditorio”.
La
figura de Vidocq ha despertado mucho interés en el mundo del arte. Ya no sólo
la literatura de la que hemos hablado (y de la que nos hemos dejado en el
tintero: Chesterton, Gaboriau, Leblanc…), también el cine. En la época del cine
mudo, Jean Kemm rodó una película sobre su vida (1922); posteriormente Jacques
Daroy hizo otra en 1938. En 1946 Douglas Sirk rueda Un escándalo en París.
En 1967 se realiza una serie para la televisión con Bernard Noël como
protagonista, también en 1971 se rueda otra serie para televisión con Calude
Brasseur como Vidocq bajo el título de Las nuevas aventuras de Vidocq.
En 2001 Pitof dirige a Gerard Depardie en la fantástica Vidocq. También
hemos de tener en cuenta la existencia de una sociedad afincada en Filadelfia
(USA), que lleva su nombre, como “tributo al padre de la criminología moderna”
y cuyos miembros (82, los mismos años que vivió Vidocq) y finalidad es el
esclarecimiento de “casos fríos”, es decir, abandonados hace tiempo.
Este trabajo (las cinco partes) se publicó en Prótesis, publicación consagrada al
crimen. Núm. 2, Madrid, junio 2008. Págs. 17-21
Y se
publicó por segunda vez en Liberty, 3 de febrero de 2010
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