De nuevo un homenaje a "Liberty bar", de Simenon.

Hace ya algunos años, en concreto el 9 de mayo de 2007, nacía Liberty. El nombre era un homenaje a la mejor novela de Simenon sobre Maigret, Liberty bar. Luego, ya casi al final, cambió el nombre por el de JAJA, un personaje entrañable de dicha novela. Y, más tarde, Liberty/JAJA desapareció, era abril del 2009: "Hasta... ¿pronto, nunca, siempre?" se despedía entonces con cierto amargor en el alma: "muchos lectores que tienen otros blogs", muchos escritores que enviaban sus libros, algunas editoriales que también lo hacían (había días en que Liberty recibía más de 100 visitas)... dejaron de existir, ya no enviaban, ya no escribían, ya no existían...

Hoy (noviembre 2012) vuelve, con otra dirección (en-liberty.blogspot.com) pero con el fin de recuperar alguno de los textos que allí se publicaron. Y algunas cosas más. Pero haciendo tabla rasa de aquellos años.

Enrique Bienzobas

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lunes, 24 de diciembre de 2012

Camilleri y Montalbano


Fotografía tomada la la página oficial de Camilleri:

Andrea Camilleri es un siciliano muy orgulloso de serlo, tiene, además, como maestro a otro siciliano de pro, Leonardo Sciascia. Su vida ha sido dedicada a la cultura: profesor de arte dramático, guionista, director teatral, con montajes sobre obras de Luigi Pirandello, Eeugène Ionesco, T. S. Eliot, Samuel Beckett, y de televisión, para la que hizo una serie sobre el comisario Maigret.
En 1978 publica su primera novela, El curso de las cosas, la primera de una serie de novelas ambientadas en la Sicilia de fines del siglo XIX, que pasa desapercibida hasta su reedición en 1997 ya en la editorial con la que alcanzará la fama, Sellerio. En 1994 creó su personaje más famoso, Salvo Montalbano, he escogido el nombre de Montalbano –nos dice- porque es uno de los más comunes en Sicilia y también como homenaje a Manuel Vázquez Montalbán..., del cual es un gran admirador (quien esté interesado en este aspecto puede leer el artículo de Enric Juliana, “Montalbano contra Montalbán” para La Vanguardia del 31 de julio de 1998).
Amante de la novela policíaca, toma a Simenon y lo desmonta para realizar sus guiones de televisión, contó con el consejo de Diego Fabbri (dramaturgo que en 1955 escribió Proceso a Jesús, inspirado en un nuevo juicio realizado por unos jueces anglosajones que se trasladaron a Jerusalén en pleno siglo XX. Jesús fue absuelto. Fabbri se inspiró en las voluminosas actas de este juicio para realizar su obra): Diego Fabbri me ha enseñado cómo desmontar un giallo de Simenon y volverlo a montar para la televisión.
Y luego llegó Montalbano. La primera obra sobre él es La forma del agua (1994), donde Montalbano era, de momento, una función, no un personaje con todos los atributos, como nos dice. Será en El perro de terracota, para mí la mejor de Montalbano, donde lo define como persona y cuando al autor se llena de él.
Después vendrán los demás: El ladrón de meriendas, la voz del violín… Por no hablar ahora de las novelas no policíacas centradas en la Sicilia del sigo XIX, cuyo humor es tan explosivo que uno no para de reírse desde el principio hasta el fin, además de aprender muchas cosas sobre la sociedad siciliana.
Pero hemos leído en algún lugar que Camilleri se quiere deshacer del personaje buscándole una muerte digna, no quiere que nadie lo retome cuando él desaparezca. Eso si, mientras tanto, afortunadamente, nos suministra un pasado de Montalbano y aparece El primer caso de Montalbano, acompañado de otras dos narraciones cortas. Pues bien, aprovechando la aparición de dicha historia escribí una carta dirigida al personaje que fue publicada hace poco en Lagangsterera. En ella termino rogando al señor Camilleri que no deje de seguir contándonos sus historias, que nos encantan[i].



[i] Estimado señor Salvo Montalbano
He conocido a través de Andrea Camilleri, la persona que nos cuenta su vida, cómo fue su primer caso en Vigàta y la verdad es que estoy impresionado. Los motivos de dicho sentimiento son muy variados, empezando por que he sabido que sus aventuras policiales empezaron hacia 1985 y que, además, no se iniciaron en su querido pueblo, sino en Mascalippa en las montañas de Trinàclia, en donde parece, según usted, que ya no pastan los rebaños de Helios. Allí actuó a las órdenes del comisario Libero Sanfilippo, con el que usted ya tuvo un encuentro allá por los años estudiantiles, estando entonces en frentes diferentes. Lo cual no opta para que le haya enseñado mucho de lo que usted sabe, aunque algunos de dichos preceptos, como el que parece que repetía “…si te dejas llevar por cualquier reacción, turbación, horror, indignación, compasión, estás completamente jodido”, no lo siguió usted a rajatabla, pues como todos sabemos se deja llevar, afortunadamente, por esa gran humanidad que esconde tras un genio a veces insoportable.
También nos ha enseñado el señor Camilleri que antes de Livia, lo que, conociendo su temperamento, nadie poníamos en duda aunque usted nunca nos lo había contado directamente, existió otra amiga llamada Mery, compañera de universidad que posee los mismos gustos culinarios que usted, pues según nos dice “si mientras comes con fruición no tienes a tu lado quien coma con la misma fruición el placer queda como oscurecido, disminuido”. Y, hablando de comidas, hemos tenido la primera visión de la Trattoria San Calogero, lugar de culto desde la primera visita y cuyo dueño está en la misma órbita que usted, pues basta una mirada cargada de inteligencia para que el señor Enzzo participe de su sentir.
También ocurre lo mismo con los personajes a los que su amigo Camilleri nos tiene acostumbrados: Aguello, Fazio…, Catarella, el entrañable y animoso pilicia encargado (por enchufe) de la centralita, aun no está personalmente en persona. Pero si está Zito, ese honrado periodista de ReteLibera con el que inmediatamente congenia usted y que tantos favores (en el buen sentido de la palabra) le debe. Se conocieron en el juicio-farsa, como dijo él, que se seguía contra el hijo pijo y gamberro de un mafioso importante. Tema delicado, señor Montalbano, ese de la Mafia pero que usted lo trata con una seriedad que deja impactado, sabiendo poner las cosas en su sitio y, sin ofender a nadie, dar a cada uno lo que se merece.
La historia que nos cuenta su amigo Camilleri expresa el mismo ambiente al que estamos acostumbrados aunque no exista ningún crimen y, creo yo, señor Montalbano, que no era necesario que el señor Camilleri se disculpara en nota al final de la historia, los que le conocemos sabemos que cuando hay escenas de violencia extrema usted “se rebela” y le dice al propio Camilleri que se quiere salir de la historia. No sólo el ambiente, también expresa esta primera aventura el mismo humor e ironía que en todas las que vendrán después: “una entrevista con un subsecretario que consiguió hablar durante diez minutos (en la televisión) sin que nadie se enterara de qué estaba hablando” y es que los políticos profesionales que viven del cuento o a costa de la política, a usted, como a muchos de nosotros, no le caen bien.
Y hablando de humor. Su primera aventura va acompañada de otras dos, la primera, Siete lunes, rezuma una ironía tremenda y un humor que nos empuja una y otra vez a la risa. Uno se lo pasa muy divertido leyendo sus historias, señor Montalbano. Por eso, cuando leemos en algún lugar que el señor Camilleri piensa que sus días están llegando al final nos entristece y, ávidamente, empezamos a releer sus historias, pensando incluso en rebelarnos exigiéndole al señor Camilleri que no nos prive de usted.
La otra historia que también acompaña a El primer…, se llama Regreso a los orígenes. En ella se nos cuenta cuando usted logró desentrañar un misterioso intento de secuestro de una niña tres años con algún mafioso detrás y con gente honrada también.
Señor Montalbano, siento ponerme pesado con cosas que usted, lógicamente, ya conocía, pero yo no y le escribo para felicitarle por lo bien que me lo he pasado leyéndolas, por lo que espero seguir leyéndolas.

Nota: este artículo se publicó en la primera etapa de Liberty, el miércoles 16 de mayo de 2007


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