Fotografía tomada la la página oficial de Camilleri:
Andrea
Camilleri es un siciliano muy orgulloso de serlo, tiene, además, como maestro a
otro siciliano de pro, Leonardo Sciascia. Su
vida ha sido dedicada a la cultura: profesor de arte dramático, guionista,
director teatral, con montajes sobre obras de Luigi Pirandello, Eeugène
Ionesco, T. S. Eliot, Samuel Beckett, y de televisión, para la que hizo una
serie sobre el comisario Maigret.
En 1978 publica su primera
novela, El curso de las cosas, la primera de una serie de novelas ambientadas
en la Sicilia de fines del siglo XIX, que pasa desapercibida hasta su reedición
en 1997 ya en la editorial con la que alcanzará la fama, Sellerio. En 1994 creó
su personaje más famoso, Salvo
Montalbano, he escogido el nombre de Montalbano –nos dice- porque es uno
de los más comunes en Sicilia y también como homenaje a Manuel Vázquez
Montalbán..., del cual es un gran admirador (quien esté interesado en este
aspecto puede leer el artículo de Enric Juliana, “Montalbano contra Montalbán”
para La Vanguardia del 31 de julio de 1998).
Amante de la
novela policíaca, toma a Simenon y
lo desmonta para realizar sus guiones de televisión, contó con el consejo de
Diego Fabbri (dramaturgo que en 1955 escribió Proceso a Jesús, inspirado
en un nuevo juicio realizado por unos jueces anglosajones que se trasladaron a
Jerusalén en pleno siglo XX. Jesús fue absuelto. Fabbri se inspiró en las
voluminosas actas de este juicio para realizar su obra): Diego Fabbri me ha
enseñado cómo desmontar un giallo de Simenon y volverlo a montar para la
televisión.
Y luego llegó
Montalbano. La primera obra sobre él es La forma del agua (1994), donde
Montalbano era, de momento, una función, no un personaje con todos los
atributos, como nos dice. Será en El perro de terracota, para mí la
mejor de Montalbano, donde lo define como persona y cuando al autor se llena de
él.
Después vendrán
los demás: El ladrón de meriendas, la voz del violín… Por no hablar
ahora de las novelas no policíacas centradas en la Sicilia del sigo XIX, cuyo
humor es tan explosivo que uno no para de reírse desde el principio hasta el
fin, además de aprender muchas cosas sobre la sociedad siciliana.
Pero hemos leído
en algún lugar que Camilleri se quiere deshacer del personaje buscándole una
muerte digna, no quiere que nadie lo retome cuando él desaparezca. Eso si,
mientras tanto, afortunadamente, nos suministra un pasado de Montalbano y
aparece El primer caso de Montalbano, acompañado de otras dos
narraciones cortas. Pues bien, aprovechando la aparición de dicha historia
escribí una carta dirigida al personaje que fue publicada hace poco en Lagangsterera. En ella termino rogando al señor Camilleri que no deje de
seguir contándonos sus historias, que nos encantan[i].
[i] Estimado señor
Salvo Montalbano
He conocido a través de Andrea Camilleri,
la persona que nos cuenta su vida, cómo fue su primer caso en Vigàta y la
verdad es que estoy impresionado. Los motivos de dicho sentimiento son muy
variados, empezando por que he sabido que sus aventuras policiales empezaron
hacia 1985 y que, además, no se iniciaron en su querido pueblo, sino en
Mascalippa en las montañas de Trinàclia, en donde parece, según usted, que ya
no pastan los rebaños de Helios. Allí actuó a las órdenes del comisario Libero
Sanfilippo, con el que usted ya tuvo un encuentro allá por los años
estudiantiles, estando entonces en frentes diferentes. Lo cual no opta para que
le haya enseñado mucho de lo que usted sabe, aunque algunos de dichos
preceptos, como el que parece que repetía “…si te dejas llevar por cualquier
reacción, turbación, horror, indignación, compasión, estás completamente
jodido”, no lo siguió usted a rajatabla, pues como todos sabemos se deja
llevar, afortunadamente, por esa gran humanidad que esconde tras un genio a
veces insoportable.
También nos ha enseñado el señor Camilleri
que antes de Livia, lo que, conociendo su temperamento, nadie poníamos en duda
aunque usted nunca nos lo había contado directamente, existió otra amiga
llamada Mery, compañera de universidad que posee los mismos gustos culinarios
que usted, pues según nos dice “si mientras comes con fruición no tienes a tu
lado quien coma con la misma fruición el placer queda como oscurecido,
disminuido”. Y, hablando de comidas, hemos tenido la primera visión de la
Trattoria San Calogero, lugar de culto desde la primera visita y cuyo dueño
está en la misma órbita que usted, pues basta una mirada cargada de
inteligencia para que el señor Enzzo participe de su sentir.
También ocurre lo mismo con los personajes
a los que su amigo Camilleri nos tiene acostumbrados: Aguello, Fazio…,
Catarella, el entrañable y animoso pilicia encargado (por enchufe) de la
centralita, aun no está personalmente en persona. Pero si está Zito, ese
honrado periodista de ReteLibera con el que inmediatamente congenia usted y que
tantos favores (en el buen sentido de la palabra) le debe. Se conocieron en el
juicio-farsa, como dijo él, que se seguía contra el hijo pijo y gamberro de un
mafioso importante. Tema delicado, señor Montalbano, ese de la Mafia pero que
usted lo trata con una seriedad que deja impactado, sabiendo poner las cosas en
su sitio y, sin ofender a nadie, dar a cada uno lo que se merece.
La historia que nos cuenta su amigo
Camilleri expresa el mismo ambiente al que estamos acostumbrados aunque no
exista ningún crimen y, creo yo, señor Montalbano, que no era necesario que el
señor Camilleri se disculpara en nota al final de la historia, los que le conocemos
sabemos que cuando hay escenas de violencia extrema usted “se rebela” y le dice
al propio Camilleri que se quiere salir de la historia. No sólo el ambiente,
también expresa esta primera aventura el mismo humor e ironía que en todas las
que vendrán después: “una entrevista con un subsecretario que consiguió hablar
durante diez minutos (en la televisión) sin que nadie se enterara de qué estaba
hablando” y es que los políticos profesionales que viven del cuento o a costa
de la política, a usted, como a muchos de nosotros, no le caen bien.
Y hablando de humor. Su primera aventura va
acompañada de otras dos, la primera, Siete lunes, rezuma una ironía tremenda y
un humor que nos empuja una y otra vez a la risa. Uno se lo pasa muy divertido
leyendo sus historias, señor Montalbano. Por eso, cuando leemos en algún lugar
que el señor Camilleri piensa que sus días están llegando al final nos
entristece y, ávidamente, empezamos a releer sus historias, pensando incluso en
rebelarnos exigiéndole al señor Camilleri que no nos prive de usted.
La otra historia que también acompaña a El
primer…, se llama Regreso a los orígenes. En ella se nos cuenta cuando usted
logró desentrañar un misterioso intento de secuestro de una niña tres años con
algún mafioso detrás y con gente honrada también.
Señor Montalbano,
siento ponerme pesado con cosas que usted, lógicamente, ya conocía, pero yo no
y le escribo para felicitarle por lo bien que me lo he pasado leyéndolas, por
lo que espero seguir leyéndolas.
Nota: este artículo se publicó en la primera etapa de Liberty, el miércoles 16 de mayo de 2007
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