Primera parte
Observación, para esta parte y las próximas: el artículo entero se publicó en el antiguo Liberty el sábado 12 de mayo de 2007. Anteriormente se había publicado en la revista digital La Gangsterera, pero de allí desapareció cuando se hizo un cambio de formato en la revista. No volvió a publicarse. Se ve que al director no le gustaba mucho y aprovechó dicho cambio para hacerlo desaparecer. Al menos eso es lo que yo pienso.
Jules-Joseph
Anthelme Maigret[i] nació hacia
1885 en la región francesa de Saône-et-Loire, a orillas del Allier, cerca de Moulins,
relativamente cerca de Lyon, es decir, en el centro de Francia. Nació en el
castillo de Saint-Fiacre, su padre contaba entonces 25 años. Se trataba de una
finca rural en la que ya su abuelo trabajaba de aparcero, actividad que iba a
ser la del padre si éste no llega a estudiar dos años en la Escuela de Agricultura,
después de haber pasado por el Instituto de Moulins. Estudios que le
permitieron emplearse como ayudante de administrador, trabajo que le llenaba de
orgullo al joven Maigret.
Su infancia
transcurrió en esta finca, donde vivía en una casa de dos pisos que se
encontraba en el patio y que, según nos cuenta, "era bonita y de ladrillos
rosados"[ii].
Poco más sabemos de su infancia. Su abuelo paterno murió cuando él tenía cinco
años y lo que recuerda más de él es que, al igual que su padre, tenía un
estricto sentido del deber. De su padre, además de la profesión, nos ha dejado dicho
que era alto y delgado, que apenas hablaba, que sólo bebía algo de vino blanco
en las comidas y que usaba polainas de cuero (prenda de vestir que cubría los
muslos hasta las rodillas, se abrochaba por la parte de fuera). También nos
contó Maigret que los hermanos de su padre debieron de ser siete u ocho, pero
que el tifus terminó con todos excepto dos, su padre y una hermana. De sus
abuelos maternos sólo nos ha contado que vivían lejos y por eso les conocía
menos, los veía, parece ser, una vez al año.
Cuando Maigret
tenía ocho años murió su madre. El episodio es trágico. En una aldea cercana
vivía el médico llamado Victor Gadelle. Según nos cuenta bebía más de lo
tolerable. Como resultado del alcohol, al atender a su propia mujer en el
parto, tanto ella como el bebe murieron. La mayoría le retiró el saludo, no así
el padre de Maigret. Cuando su madre fue a dar a luz llamaron a Gadelle. Madre
y niño murieron. El médico no volvió por su casa. Pero a Maigret le dejó un
deseo de querer restaurar destinos, como él mismo dijo posteriormente.
A los doce años
fue al instituto de Moulins como interno. No aguantó el curso entero. Se sintió
muy mal, para él era un mundo completamente diferente al vivido hasta ese
momento y que consideraba hostil. Su padre, ya sabemos que hablaba poco,
comprendió y antes de terminar el curso Maigret se marchó a vivir con su tía a
Nantes, muy lejos de su lugar de nacimiento. "Me fui con mi tía y con una
maleta que se bamboleaba a nuestras espaldas, en un carro que nos llevaba a la
estación de ferrocarril. Mi padre no lloró. Yo tampoco"[iii].
En Nantes se convirtió en el sobrino de los panaderos y empezó a estudiar
medicina.
Desde entonces y
hasta los diecinueve años ya sólo veía a su padre durante las vacaciones. La
distancia y la incomunicación entre ambos los hacía a los dos callados y el
hijo no intentó comprender al padre. Maigret, cuando ya no pudo, quiso
acercarse a su padre. "Cuando volví a sentir curiosidad, era demasiado
tarde para formular las preguntas que tanto me hubiese gustado plantearle
entonces, cuando estaba vivo, y nunca dejé de reprochármelo"[iv].
Su padre murió de pleuresía cuando tenía cuarenta y cuatro años.
Con diecinueve
años y sin padres se marchó a París. El por qué tuvo de dejar sus estudios de
medicina suponemos que fue por su orfandad. Llevaba dos años estudiando la
carrera cuando su padre murió y sólo nos dice que no quiso aprender el oficio
de panadero que su tío le ofrecía. Deducimos por ello que los estudios debía de
pagarlos su padre y, cuando éste murió, no disponía de dinero para seguirlos.
El oficio de
policía lo eligió casi por casualidad. En París vivía en una pensión en la que
también se hospedaba un individuo llamado Jacquemain que le recordaba a su
padre, no en lo físico, pues éste era más bien bajito y algo gordo, sino en la
forma de ser, en esos silencios, en el porte, en la confianza que emanaba de
él. Jacquemain murió tres años después de haberlo conocido en acto de servicio.
Este individuo es el que le animó a ingresar en la policía.
Durante unos ocho
meses fue un policía de uniforme cuya misión era la de entregar el correo en
los despachos oficiales. Iba en bicicleta lo que le permitió conocer todo
París, sus calles y, sobre todo, las charcuterías donde comprar el salchichón y
el paté que luego, si lograba adelantarse al horario previsto, se comía con pan
en la acera. Después, y gracias a los estudios realizados, pasó, ya sin
uniforme y sin el quepis, a ocupar el cargo de secretario del comisario de
policía en el barrio de Saint-Georges. Luego vinieron las calles, los grandes almacenes,
los ferrocarriles, la brigada de costumbres,... Todo un rosario de servicios
que le permitió, a él y a los lectores de sus aventuras, conocer a fondo la
función del policía judicial.
Maigret conoció a
la que sería su mujer también por casualidad. Un día encontró a un antiguo
compañero de estudios de medicina en la calle, Felix Jubert, que le introdujo
en el círculo de amistades de la familia Leonard, los ancianos Géraldine y
Anselme, cuya sobrina Louise, vivía con ellos en espera de encontrar un marido
que, según tradición familiar, debía de ser ingeniero de caminos, canales y
puertos. No encontró al ingeniero pero si al policía. Se casaron y se fueron a
vivir al Boulervad Richard-Lenoir. Louise pasó a ser conocida como Madame
Maigret.
[i] Es en El revolver de Maigret,
publicado en 1952, la primera vez que Simenon nos da a conocer el nombre
completo de Maigret a propósito de sus iniciales grabadas en un revolver que le
regalaron los americanos. Trad.: Javier Albiñana. Ed. Tusquets. Barcelona,
2001.
[ii] Las memorias de Maigret, escrito
en septiembre y publicado en noviembre de 1950. Trad. de Joaquín Jordá. Ed.
Tusquets. 1ª edición, mayo de 2000. Pág. 58.
[iii] Las memorias de Maigret. Pág. 65.
[iv] Las memorias de Maigret. Pág. 66.