Fotografía tomada de la página
Primera parte:
Realidad y ficción
La
figura de Vidocq está a caballo
entre la leyenda y la realidad. No es un personaje literario, es real, tan real
como el amor que prodigó a las mujeres, como los duelos en los que, por
aquellas, se batía, como los delitos que cometió, como las fugas en las que se
embarcó y, claro está, como la policía que ayudó a crear, la Brigada de
Seguridad, más tarde conocida como Sûreté Nationale. Pero estos hechos, sobre
todo las fugas, algunas desde las prisiones más duras de Francia, le elevaron a
categoría de leyenda, leyenda aún viva en Francia. No fue un personaje
literario, pero hizo todo lo posible para entrar por la puerta grande en el
mundo de la ficción. Sobre todo con sus Memorias.
Mucho
se ha hablado respecto a la autoría de las Memorias. Parece ser que
contó su vida, o tal vez la escribió, a otra persona con el fin de
enriquecerla: me he impuesto una penosa tarea para un hombre más habituado a
actuar que a contar: refundir la mayor parte de estas Memorias.
Y, como no parece fiarse de sus habilidades, desconfiando de mi mismo y poco
hecho a las exigencias del mundo literario, sometí mi manuscrito a la revisión
y a los consejos de un pretendido hombre de letras. Pero este hombre
de letras parece que le traicionó, pues desnaturalizó mi manuscrito
presentándome bajo la forma más odiosa y, a partir de ese instante –momento
en el que abandona por primera vez la policía-, se encarga personalmente de su
redacción. Es, sobre todo, a partir del segundo volumen, cuando se percibirá
fácilmente que soy yo el que escribe, nos dice. Respecto del pretendido
hombre de letras los hay quienes afirman que fue Edme-Théodore Bourg, autor, entre otras obras, de un Repertorio
de Causas Célebres. Extremo no confirmado plenamente.
A
raíz de la puesta en circulación de sus Memorias, en el año 1828, Vidocq
inicia una carrera literaria que le lleva a publicar varias obras. Los
ladrones, en 1836; Los ladrones, la fisiología de su moral y su idioma,
en 1837; Los verdaderos misterios de París, en 1844 y Los forajidos
del Norte, en 1845. Esa carrera y su fama le proporcionan amistades en el
mundo de la literatura. Así, suele reunirse a menudo con Honoré de Balzac y con Víctor
Hugo. Además conoce a Alejandro
Dumas y Eugène Sue. Todos ellos
son atentos oyentes de sus andanzas y todos ellos utilizan su figura y sus Memorias
como fuente de inspiración. Balzac
se fija en Vidocq para la creación
de varios personajes, pero sin duda es Vautrin
el más cercano a la fuente. Vautrin
aparece en varias de sus obras, a veces con ese nombre y a veces con el de Jacques Collin o Carlos Herrera (Vidocq
también fue experto en utilizar otras personalidades), pero es en Vautrin,
drama en cinco actos, donde el héroe aparece como un verdadero camaleón,
incluso la obra fue prohibida a partir de la primera representación porque uno
de los disfraces con el que aparecía en escena Fréderic Lemaitre, actor que representaba a Vautrin, era un vestido igual que el de Luis Felipe.
Víctor Hugo emplea a Vidocq
como modelo para la creación de dos personajes centrales de su inmortal Los
Miserables. Uno aquel magnífico Jean
Valjean, en lucha permanente contra un destino incierto, que fue
encarcelado por robar para comer y que, a partir de ahí, la (in)justicia se
ceba en él de manera cruel, pero que la constancia del personaje le da fuerzas
para seguir. El otro es el policía que le persigue, el inspector Javert, perseverante e incapaz de
rendirse. También Alejandro Dumas en
su Conde de Montecristo se inspiró en Vidocq y sus relatos, para crear
la figura de Dantès: un individuo
que, como Vidocq, es perseguido
injustamente.
Nota: Este artículo, entero, se publicó por segunda vez, en el viejo Liberty el día tres de febrero de 2010
El contenido de Liberty pasa ahora a Liberty-B:
http:www.liberty-bienzobas.es